lunes, 24 de mayo de 2010

Para mis amigos de la facultad, que están del otro lado del Atlántico…

El Verbo (2007) Hace un tiempo, buceando en diversos artículos de Internet encontré esta frase que me cautivó por su simpleza. Werner Herzog, cineasta alemán, escribió: “El turismo es pecado. Viajar a pie es una virtud. Apenas la gente entiende que uno llegó caminando, que está tratando de mezclarse con ella y comprenderla, cambia inmediatamente su comportamiento. A pie, uno no es perseguido, ni impedido de usar los recursos ajenos. Y escucha historias que no le fueron contadas a nadie”. De eso se trata, de caminar a pie. Y Dios lo entendió muy bien. En el paraíso, Dios fue acusado de egoísta y mentiroso. Cómo se reconquista la confianza de criaturas miedosas y confundidas por las patrañas de Satanás? Yo habría buscado una salida más fácil, tal vez más intelectual. O una salida drástica, eficiente, cortar el mal por la raíz. Dios esperó pacientemente. Yo habría gritado a los cuatro vientos cuán injusta era esa acusación después de crear el más bello de los mundos para esas dos ingratas criaturas. Dios esperó pacientemente. Yo habría acelerado los tiempos, habría congelado el infierno, habría buscado el apoyo incondicional de los ángeles. Dios esperó pacientemente. Y Dios espero pacientemente porque estaba interesado en tu persona. El carácter de Dios había sido desafiado, y Dios sabía que aceptar ese duelo y fallar, tenía como precio perderte. Por ese motivo, Dios eligió cuidadosamente cada uno de sus movimientos. Por ese motivo, Dios esperó pacientemente. Perderte, significaba para Dios, el infierno. Sentiste alguna vez que alguien a quien amabas te miraba con miedo? Trabajaste alguna vez, sin descanso, para recibir al final del día una mirada desconfiada? Dios sabía que todos nosotros escaparíamos cada vez que oyéramos su voz en el huerto. Dios nos veía, desnudos y avergonzados, perdidos y huérfanos, incapaces de confiar en Aquel que nos había creado. Y Dios esperó pacientemente. Y cuando el tiempo llegó, el Verbo se hizo carne. Dios sabía que no podías alcanzarlo, así que vino hasta tu tierra. Dios sabía que no podías escucharlo, así que eligió hablar tu idioma. Dios sabía que pasarías la mayor parte de tu vida con frío y con miedo, así que no dudó un segundo en ser un pequeño bebé asustado. Dios eligió caminar a pie. Polvo, sol, cansancio, hambre, soledad, frío. Dios eligió enfrentar la calumnia de la manera más sabia. Dios eligió venir a este mundo y caminar a pie. Dios no fue un turista, ni un hombre de paso. Dios llegó y vivió tu vida, absorbió tus heridas, lloró tus lágrimas, sonrió con tus alegrías. Dios eligió caminar codo a codo con el hombre. Y después de la cruz, el infierno se quedó sin argumentos. Ninguna espina traspasará tu corazón sin haber traspasado primero el corazón de Dios. Ninguna enfermedad azotará tu cuerpo sin que Dios la sienta en la propia piel. Ninguna soledad oscurecerá tu alma sin antes oscurecer al Dios del Universo. Podemos confiar en Él, porque Él caminó con nosotros.-

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