Dios
escribe
derecho
sobre
líneas
torcidas. Estas
palabras
no
están
dirigidas
a
quien
tomaría
las
mismas
decisiones
si
volviera
a
nacer.
Estas
palabras,
surgidas
de
un
dicho
popular,
están
dirigidas
a
quien
conoce
el
sabor
del
fracaso
y
quisiera
borrar
el
pasado
y
recuperar
la
fe
en
el
futuro.
La
vida
no
siempre
llega
al
puerto
que
soñábamos.
A
veces
el
fracaso
nos
alcanza
sin
ser
llamado,
otras
veces,
es
la
consecuencia
de
malas
decisiones.
Sin
embargo
Dios
es
un
restaurador
apasionado.
No
es
un
artista
que
destruye
una
obra
con
la
que
no
esta
conforme.
Él
recibe
una
vida,
la
observa
cuidadosamente
y
comienza
a
trabajar
en
la
restauración
de
algo
que
parecía
perdido.
No
es
fácil
permitir
que
Dios
escriba
derecho
sobre
líneas
torcidas.
Requiere
nuestro
reconocimiento
del
fracaso
y
del
dolor.
Pero
es
este
reconocimiento
el
que
le
permite
a
Dios
convertir
nuestra
vida
en
una
obra
de
arte (abril, 2005)